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La información ambiental: clave frente a la crisis climática

Arturo Larena / 4 nov de 2022

La comunidad científica, los ecologistas y también algunos medios de comunicación llevamos advirtiendo del cambio climático desde hace décadas y, por fin, parece que se empieza a tomar en serio, aunque aún quedan quienes fingen que no pasa nada con el clima o piensan que cuando este cambie ya no estarán aquí para padecerlo.

Las olas de calor serán más habituales, intensas y mortales. ¿Un titular ambiental catastrofista? Lamentablemente, es un reflejo de la realidad que el periodismo ambiental tiene que presentar cada vez con más frecuencia. Una realidad que en este caso corresponde a las conclusiones de un reciente informe de Naciones Unidas y Cruz Roja sobre la crisis climática.

Los fenómenos meteorológicos extremos se han intensificado en 2022. La sequía ha alcanzado carácter global. Las olas de calor se han incrementado. Y, en España, los grandes incendios forestales de más de 500 hectáreas se han generalizado este último verano. Lluvias torrenciales, huracanes, colapso de glaciares, muertes por contaminación, refugiados climáticos… la estampa no es muy halagüeña.

La crisis climática no es un problema de futuro, sino de presente, y exige la adopción de soluciones. Pero para tomar buenas decisiones es preciso contar con la mejor información posible y con una sociedad bien informada, algo en lo que el periodismo ambiental viene insistiendo, al reivindicar más espacio para este tipo de contenidos en los medios de comunicación..

Durante décadas, los periodistas ambientales hemos dado voz a quienes alertaban del riesgo de colapso de nuestro sistema climático derivado de nuestro modelo de desarrollo lineal. Los informadores hemos trasladado el mensaje de la comunidad científica y de las organizaciones de defensa ambiental, que fueron los primeros en dar la voz de alarma, y a los que, con el paso de los años, se han unido políticos, empresas y otros colectivos.

Hoy, la sociedad en general percibe la gravedad del problema. Para ello, la juventud (Juventud por el clima, Fridays for Future…) ha tenido que salir a la calle para exigir a los dirigentes políticos la adopción de medidas antes de que sea demasiado tarde. Aunque se ha roto la barrera de los convencidos y se ha llegado al gran público, el tiempo se agota. El momento de actuar es ahora.

En eso, el periodismo ambiental ha sido un aliado clave como enlace entre las fuentes cualificadas y la ciudadanía, en un tiempo en el que no existía internet. Gracias al empeño de los profesionales y algunos medios, este tipo de contenidos ha visto cómo aumentaba su presencia hasta convertirse en temas de portada. Como la lluvia fina, ha terminado de calar.


Con la mejor información posible podemos tomar decisiones motivadas. Decisiones como consumidores, porque cada vez que compramos algo estamos decidiendo si esa empresa, si ese fabricante, lo está haciendo bien desde un punto de vista social y ambiental. Decisiones como votantes, porque cada vez que depositamos nuestra papeleta estamos decidiendo si las políticas climáticas son adecuadas o claramente insuficientes.


Pero han tenido que pasar 30 años desde la aprobación de la convención marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, la cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992 y 27 COP del Clima (Conferencias de las Partes de la CMNUCC). Mientras tanto, el tiempo se agota.


El periodismo ambiental ha ayudado a transmitir y explicar la gravedad de la situación, seleccionando historias, jerarquizando, verificando y traduciendo el lenguaje más técnico de los expertos, del efecto invernadero a la crisis o la emergencia climática.


Sin esa labor, sin la inclusión del medio ambiente, la crisis climática y la transición energética justa en la agenda mediática, nuestro conocimiento sobre la magnitud del problema al que nos enfrentamos no estaría tan generalizado. Y es que el periodismo, la comunicación ambiental bien realizada, conlleva numerosos beneficios y cumple una labor de formación no reglada en aquellos lugares donde el sistema educativo no es lo suficientemente fuerte.


Desde el periodismo ambiental reivindicamos el sentido crítico, cada vez más necesario en un mundo aparentemente hiperinformado, pero en el que la desinformación, la mentira y los bulos del negacionismo han encontrado un campo abonado.

Por eso, somos conscientes de que nuestro trabajo como periodistas ambientales, como periodistas climáticos, conlleva una responsabilidad adicional, algo que ya se nos señaló en las conclusiones de la Conferencia de UN sobre medio ambiente humano, celebrada en Estocolmo en 1992, cuando se apuntaba que era esencial que «el periodismo científico cumpla un función de formación no reglada». También en eso hemos cumplido.

En mi caso, como periodista de agencia, mi máxima es la de ofrecer la información de la manera más aséptica posible, con pluralidad de fuentes que aporten datos que enriquezcan el relato y sean de valor para el público, pero sin caer en la falsa simetría (situar en el plano de igualdad dos fuentes de diferente cualificación).


En EFE, como medio público, llevamos décadas apostando por esta información que consideramos de servicio público. Creamos una sección de Ciencia y Medio Ambiente tras Río 92 y la mantuvimos hasta 2009 cuando la elevamos a categoría de dirección, para un año después lanzar EFEverde. Hoy, Medio Ambiente y Ciencia es una de las cinco grandes direcciones informativas de la Agencia EFE, en igualdad de condiciones con Nacional, Internacional, Economía o Deportes. Coordinamos la Información Ambiental que genera EFE en todo el mundo y utilizamos todos los soportes y formatos para amplificar este tipo de contenidos como nunca antes en la historia.


Somos conscientes de que el tema ambiental requiere alianzas, por ello participamos en entidades profesionales como la Asociación de Periodistas de Información Ambiental o la Red Internacional de Escritores por la Tierra. Colaboramos con fundaciones, ONG, empresas, administraciones o iniciativas Life de la Unión Europea (entre ellas, el proyecto de adaptación urbana a la crisis climática LifeWatercool), todos ellos compañeros de viaje necesarios para la divulgación, pero siempre sobre la base de hacer periodismo, con los criterios profesionales y de independencia que han hecho grande a este oficio, el más hermoso del mundo, según el maestro García Márquez.

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