Negacionismo, poder y servicio público ¿todo vale? Por Arturo Larena
- arturolarena
- hace 6 días
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1 dic.- Tras la investidura de Juanfran Pérez Llorca como presidente de la Generalitat Valenciana, algunos podrían pensar que se recupera la estabilidad. Argumentarán que la suma de los 40 votos de su partido y los 13 de Vox es una mera aritmética parlamentaria. Sin embargo, lo que se ha formalizado es un acuerdo de mucha mayor trascendencia: un pacto con formaciones que cuestionan el consenso científico sobre la crisis climática. Esto ocurre en una comunidad que aún intenta recuperarse del desastre de la DANA de octubre de 2024, la mayor tragedia climática reciente en España, con un saldo de 229 víctimas.
Las disculpas de Pérez Llorca en su discurso —el "lo siento"— suenan a hueco cuando, simultáneamente, se abandona la agenda del pacto verde, se aboga por la continuidad de una central nuclear y se priorizan las infraestructuras hidráulicas tradicionales sobre la adaptación real al cambio climático y a los fenómenos meteorológicos extremos.
El perdón a las víctimas no puede limitarse a un gesto. Debe ir acompañado de una responsabilidad política tangible y de una transformación profunda en las políticas de medio ambiente, planificación urbana, prevención y resiliencia.
Lo ocurrido el 29 de octubre de 2024 no fue un "accidente" fortuito. Fue la convergencia de decisiones erróneas del pasado —construir en zonas inundables, desoír las advertencias científicas, planificar deficientemente, basar la toma de decisiones en opiniones no expertas— con la intensificación de fenómenos meteorológicos extremos, todo agravado por la crisis climática.
Con 229 personas fallecidas, miles de heridos, viviendas destruidas, familias desplazadas y municipios sumidos en el dolor, ¿cómo se puede aceptar que un simple "lo siento" sea suficiente para un gobierno que se sustenta en el negacionismo climático?
La estrategia parece ser la de convencernos de que estas disculpas tardías —desprovistas de autocrítica o cambio de rumbo— bastarán. Aceptar el apoyo de quienes dudan del cambio climático implica relegar la memoria de las víctimas. Es ignorar la advertencia de quienes hoy exigen valentía política: "Despreciarlo o negarlo, mata".
En contra de la lógica elemental, este nuevo acuerdo no es un error menor ni un simple acuerdo político. Es un desprecio a la memoria de las 229 víctimas, sus familias y allegados.
Es una declaración de que la política puede dar la espalda a la ciencia y que la labor de ciertos políticos no es servir al ciudadano. Es una elección consciente de seguir al borde del abismo, sin haber aprendido la lección de la catástrofe.
Aunque ya se celebre la estabilidad, la estabilidad real —la que protege vidas— no llegará mientras este giro negacionista quede impune. No es suficiente pedir perdón; es imprescindible actuar. Es hora de forjar un nuevo compromiso social con la naturaleza, con la ciencia y con la ciudadanía.
Lo que hoy se tolera, podría costar mañana otras 229 vidas, o más. Y a esas víctimas, y a quienes hemos vivido el terror de ver el agua entrar en nuestras casas durante la noche, no nos bastará un "lo siento".
Arturo Larena, es periodista ambiental y de ciencia



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